La miseria del mundo
Bourdieu, Pierre
1999
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica Argentina. 564 p.
Resumen: ¿Qué interés hay en estudiar la filosofía -se pregunta Ludwig Wittgenstein- si eso no mejora nuestro modo de pensar las cuestiones importantes de la vida de todos los días, si no nos hace más conscientes que un periodista cualquiera en la utilización de ciertas expresiones que emplea "la gente de esta especie"? El mensaje sociológico puede permitir que se conozca el origen social de las desdichas en todas sus formas, incluso las más íntimas y secretas; lo que el mundo social ha hecho, armado de este saber, puede deshacerlo.
La presente obra reúne testimonios que dieron hombres y mujeres en relación con sus existencias y la dificultad de vivir. Un equipo de sociólogos dirigidos por Pierre Bourdieu trabajó durante tres años en la realización de entrevistas, que se presentan acompañadas por análisis teóricos y planteamientos metodológicos que trasmiten los elementos necesarios para comprender la posición de la persona interrogada sin establecer respecto a ella una distancia que la reduzca al estado de curiosidad entomológica.
Cumpliendo lo que es, según Wittgenstein, la meta de la filosofía, al analizar los llamados "lugares difíciles" -los conjuntos urbanísticos y la escuela- los autores reemplazan las imágenes simplistas y unilaterales que utiliza la prensa por una representación compleja y múltiple, y abandonan el punto de vista único y central en beneficio de la pluralidad de perspectivas, coexistentes y a veces rivales. La urbanización, la escuela, el trabajo social, el subproletariado, el universo de los empleados, el de los campesinos y artesanos, la familia, etcétera; la crónica de un joven militante del Frente Nacional, de la profesora de un colegio ubicado en una zona desfavorecida, de los inmigrantes y de aquellos a quienes se sigue llamando "inmigrantes" aunque hayan nacido en Francia: todas éstas son las múltiples perspectivas que constituyen ese espacio en el cual los autores no sólo hacen propio el precepto spinoziano "No lamentar, no reír, no detestar, sino comprender", sino que brindan al lector los medios para respetarlo.